martes, 20 de septiembre de 2016

Una noche con Mondo Generator: conoce las luces y sombras de un concierto irrepetible

Cada vez que surge la oportunidad de telonear a una banda internacional, se siente un hormigueo especial en las entrañas. Tal vez no sea tan emocionante como tocar en Londres o Los Ángeles, pero el hecho de establecer lazos con artistas que viven a miles de kilómetros de distancia y pueden recomendar tu música allende los mares, supone un soplo de aire fresco, tanto para nuestra alma como, tal vez, para nuestro público.

Al fin y al cabo, de eso se trata: de establecer lazos. Y más cuando sabes que, por la banda a la cual teloneas, ha pasado Dave Grohl (Nirvana, Foo Fighters), un músico que nos inspira profundamente y al que, hace unos días, dedicamos un humilde homenaje. La historia que te contamos a continuación transcurre en la sala Lemon Live Music de Madrid, en la noche de un tibio domingo de Septiembre.

Nick Oliveri y sus compañeros de Mondo Generator no se quedaron atrás a la hora de encandilarnos con sus personalidades desatadas. La imagen de stoners, de chicos malos, bebedores empedernidos de tequila, contrastaba con la afabilidad en el trato dentro del backstage, su disposición amable y un saber estar curtido en mil batallas, pues la veteranía del músico no sólo se mide por la destreza que los años le han dado para tocar su instrumento, sino también por la honestidad a la hora de comunicarse.

Así, mientras el Nick del escenario se mantenía en actitud agresiva, engullía el micrófono para vomitarlo después y plagaba su discurso –no exento de humor– de palabras malsonantes, el Nick de a pie te miraba con esos ojos pálidos, venerables, y aceptaba de mil amores hacerse un selfie con nosotros, mostrando a cámara el ejemplar de nuestro disco, «Silent», que le acabábamos de regalar.


Mucho antes de todo esto, Neverend nos subíamos al escenario para ir abriendo el apetito de la gente que se iba dejando caer por la sala Lemon: gente que no tenía ni idea de lo que se iba a encontrar antes de que su banda favorita tomara las riendas de la noche. 

Íbamos con ganas de ser más intrigantes que de costumbre, de hipnotizar ligeramente al público. Casi sin advertirlo, conseguimos crear ese trance que no nace de la indiferencia hacia tu trabajo, sino de sumergirse en una música evocadora de otros mundos: una música que te hace olvidar los problemas de tu vida cotidiana.

Repentinamente, llegó el momento en que animamos a la gente para que entonara un grito de guerra al ritmo de los timbales. Sorprendidos por tan inesperado ruego, los asistentes pegaron un respingo y, como azuzados por una lanza de adrenalina, se entregaron en cuerpo y alma a nuestro llamamiento.

«Las noches nos sugestionan y nos encantan. El problema es cuando las noches se convierten en una pesadilla de la que no puedes despertar». Por mucho énfasis que pusiera Mar en presentar «The Wheel» de la forma más tenebrosa posible, la luz iba a estar muy presente, a la par que cuidada, durante toda la actuación. Atento, cálido y, a la vez, riguroso, Juan Carlos, el técnico de luces, trató de aislarse de las prisas de todo el personal para estudiar detenidamente nuestro set-list, así como las notas que había tomado al pie de cada canción. Su propósito era hacernos brillar como nunca, pues, en menos que dura un riff, se había convertido en nuestro fan.

Y, de esta forma, la noche pasó como un suspiro. Nuevos fans, brindis con tequila en el escenario, miembros de un grupo de renombre que te invitan a comer pizza y los compañeros de Grim Comet, una banda que, tras apearnos nosotros de las tablas, lo dio absolutamente todo allí arriba.

Suponemos que éstas son algunas de las cosas que te perdiste por no asistir al evento, pues, de lo contrario, no estarías leyendo estas líneas. Sin embargo, no hay mal que no pueda remediarse: nuestras historias acerca de noches iluminadas y nuestros paisajes llenos de sombras donde refugiarse, no dejarán de subirse a nuevos escenarios. ¿Te atreverás a descubrirnos?


Foto de Mar Souan sobre el escenario:  © metaltrip.com

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